domingo, 3 de febrero de 2013

El hombre que vendió el mundo. (28-08-2012)


Una canción. Un amigo, o dos. Drogas. Rock. Sexo. Internet. Un documento de Word lleno de mierda. Uñas pintadas. La televisión sin sonido. Un atardecer que ya no quiero fotografiar. Un paquete de cereales tirado sobre la mesa. El cuaderno al lado, como siempre. Un escalofrío por la espalda al recordar. El suelo y la sábana tirada. Un pañuelo que ha recogido alguna que otra pena. Una nube solitaria. Un tanatorio. Los restos de una fiesta. Un cenicero con colillas de porro. Pilas gastadas. Un columpio. Un hombre que vendió el mundo.
El ser sin ser, el querer y no poder, el poder y no saber. El siempre yo primero pero siempre última. Un enfado resuelto por sms, un sms que lleva a enfado. Cortarse las venas con un folio y escribir con la sangre una carta de amor. Tardes de sol ardiente sobre un mantel de colores.
Arrancarse los pelos de uno en uno para sentir algo. Morder el brazo para no gritar, o gemir, o herir, o vomitar. Llorar solo una lágrima. Pedir un deseo a una pestaña que ya se ha volado. Un árbol quemado, sangre en el suelo, una tijera. Una amenaza, una declaración, una súplica, un puñetazo. Una carcajada impregnada de veneno de farmacia. Un calambre en la muñeca que hace una paja. Un peluche que mira triste con ojos de botón.
Una tormenta de verano que acaba en resfriado. Un baño desnudo en la playa. Una cicatriz en el corazón. Un miedo, una arcada, mil preguntas sin respuesta. Un enfermo terminal que mendiga en el cajero, y tres millonarios que roban dentro. Una patada a un cristal, un pellizco en el culo, un polvo. Otra copa.
Una vela que se consume, un suicidio con taladro, un desfibrilador, un condón sin usar, un niño con las rodillas peladas, un muñón, un susto, un perdón, un calcetín perdido, una llave sin candado, una bombilla fundida, un mechero sin gas, el grito de un mudo, una resaca, una tirita, una casa sin techo, un cuchillo, un tatuaje. Un porqué sin cómo, una puta sin cama, un calmante sin agua, una oreja mordida, una pulsera rota, un móvil sin cargador, un orgasmo con consolador, una muñeca hinchable sin agujeros, un dedo sin uña, una mierda, un cabrón, un gilipollas, un mal, un cadáver, un billete falso. Fumar.
El deseo de vender el mundo, y de comprarlo. Ahorcarse con el lazo que envolvía un regalo. Escupir hacia arriba y no moverse. Andar en círculos y no volver al mismo sitio. Perderse en un beso a un vaso de chupito. Gafas negras sobre ojos en blanco.
Yo, aquí, sin más y sin motivo. Drogada, bebida, fumada, cansada, perdida, encontrada, insultada, pisada, recuperada y, por fin, libre.


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